Mucho se habla últimamente sobre el bautizo de niños pequeños. Existe una tendencia de "dejarlo para más tarde cuando el niño sepa qué elegir", como si no existiese el Sacramento de la Confirmación para, precisamente, eso.
Para empezar, debemos sentar una base: el Bautismo es el sacramento por el que renacemos a la vida divina y somos hechos hijos de Dios. Dicho de otro modo, abrimos la puerta a Dios, dejamos que entre en el alma del niño. ¿Qué necesidad hay de privarle de ese regalo? Además, es el sacramento que, precisamente, permite el acceso a los demás. ¿Por qué privar al niño del riesgo de que jamás pueda recibir el Cuerpo de Cristo? Hay que entender la Fe como un regalo de Dios, no como algo que podemos decidir que terceras personas dependientes de nosotros puedan o no recibir. Seríamos tremendamente negligentes si privamos a nuestros hijos de lo que nuestros padren sí nos regalaron. Seríamos responsables de impedir que el pequeño pueda crecer en la Fe desde su infancia.
El Catecismo nos destaca la importancia de permitir que el niño crezca en la Gracia y en la Fe, y que para ello es necesario el Bautismo. Y, por ende, son responsables de lo contrario los padres que impiden voluntariamente que el niño no pueda hacer tal cosa. Ciertamente, es realmente complicado que, en la vida que nos ha tocado vivir, un niño que no se bautice, luego elija hacerlo. Es, por tanto, una elección tremendamente importante. No bautizar al pequeño es prácticamente privarle de conocer a Dios, es privarle de conocer a la Iglesia.
Otros alegan que no quieren "engrosar las estadísticas de cristianos". Lógicamente esa opinión debe partir de un no cristiano, si no, no cabe en mi cabeza que sea motivo para no bautizar. Por tanto, es un razonamiento que no es válido. Más bien, el válido, sería "como yo no soy cristiano, o no me siento tal, no deseo el bautismo para mi hijo". No alcanzo a comprender por qué no se alega esta lógica razón, y sí se utiliza la absurda y vacía de contenido razón de las estadísticas.
Es importante, por otro lado, saber que la Iglesia no niega la salvación a aquéllos que no son bautizados. Es de las pocas confesiones que así lo hacen. Pero esto sería otro tema del que podremos hablar en otra entrada.
Sólo desde el desconocimiento de lo que proporciona el Bautismo a un pequeño puede nacer la oposición a permitir que el mismo lo reciba.
Hay quien dice que para qué hay que bautizar a un niño, si éste no puede cometer pecados. Pero olvida que todos nacemos con el pecado original. Y que éste sólo se elimina con el Bautismo. Que no quiere decir que un no bautizado no pueda alcanzar el Reino de Dios. Pero, desde luego, se le priva de las Gracias que otorga el Bautismo y que, desde luego, facilitan y ayudan a alcanzar este fin.
En definitiva, un católico jamás puede esgrimir razones válidas para negar un Sacramento a su hijo, salvo que el desconocimiento de los efectos y razón del Bautismo sean los que rijan sus decisiones. Esto sería otro debate.